VALORES EN LA ABOGACIA





VALORES DE LA ABOGACÍA

- JUSTICIA
- SEGURIDAD JURÍDICA
- BIEN COMÚN
- VERDAD (HONESTIDAD)
- IMPARCIALIDAD
 
JUSTICIA.
Se define como “la constante y perpetua voluntad de dar a cada quien lo suyo” Ulpiano

Lo cual significa que a través su aplicación se considera a una persona como alguien a quien se le reconoce el valor intrínseco que como ser humano representa y, por tanto, se respeta “lo que es suyo”

La Justicia no es el dar o repartir cosas a la humanidad, sino el saber decidir a quien le pertenece esa cosa por derecho.

Es aquel sentimiento de rectitud que gobierna la conducta y hace acatar debidamente todo los derechos de los demás.

La justicia se representa por una mujer con los ojos vendados, con una balanza en una mano y una espada en la otra.

SEGURIDAD JURÍDICA
La seguridad jurídica es un principio universalmente reconocido del Derecho que se entiende como certeza práctica del Derecho, y representa la seguridad de que se conoce o puede conocer lo previsto como prohibido, mandado y permitido por el poder público respecto de uno para con los demás y de los demás para con uno.

La palabra seguridad proviene de securitas, la cual deriva del adjetivo securus (de secura) que, significa estar SEGUROS DE ALGO y libre de cuidados.

La seguridad jurídica es la garantía dada al individuo, por el Estado, de que su persona, sus bienes y sus derechos no serán violentados o que, si esto llegará a producirse, le serán asegurados por la sociedad, protección y reparación.

En resumen, la seguridad jurídica es la certeza que tiene el individuo de que su situación jurídica no será modificada más que por procedimientos regulares, y conductos establecidos previamente.

BIEN COMÚN
Es el conjunto de condiciones de la vida social que permiten que las asociaciones y cada uno de sus miembros alcancen de manera más fácil e íntegra la perfección que les corresponde.

Implica:

a) El conjunto de condiciones de la vida social: estructuras, libertad, orden, seguridad, educación, empleo, salud (perfeccionamiento físico y espiritual), justicia, familia, vivienda, religión (el hombre tiene una dimensión sobrenatural que es preciso desarrollar);

b) Asociaciones y cada uno de sus miembros: integrantes de la sociedad agrupados o individualmente;

c) El logro de su propia perfección: plenitud de las potencias.

Son cuatro los elementos que constituyen el Bien Común:

1.- Las condiciones sociales de paz, justicia y libertad;
2.- Un conjunto de bienes materiales, educativos, religiosos;
3.- Equidad en el reparto de esos bienes; y
4.- Una adecuada organización social

El abogado, para la realización del Bien Común, en el seguimiento de un asunto o en la defensa de su cliente, debe equilibrar los valores de la sociedad y los del individuo y de este último, analizándolo y defendiéndolo en su conjunto y no en sus partes individuales, es decir, sus aspectos económico, familiar, social y religioso. 

VERDAD (HONESTIDAD)
La verdad es la realidad de las cosas: “Moralmente, es la conformidad de la palabra con la idea del que habla, o sea, la expresión sincera de lo que uno siente en su interior”

El significado de la palabra verdad abarca desde la honestidad, la buena fe y la sinceridad en general, hasta el acuerdo de los conceptos con las cosas, los hechos o la realidad en particular.

Para ser Honesto hace falta ser sinceros en todo lo que decimos; fieles a las promesas hechas en el matrimonio, en la empresa o negocio en el que trabajamos y con las personas que participan de la misma labor; actuando justamente en el comercio y en las opiniones que damos respecto a los demás. Todos esperan de nosotros un comportamiento serio, correcto, justo, desinteresado, con espíritu de servicio, pues saben que siempre damos un poco más de lo esperado.

Si queremos ser Honestos, debemos empezar por enfrentar con valor nuestros defectos y buscando la manera más eficaz de superarlos, con acciones que nos lleven a mejorar todo aquello que afecta a nuestra persona y como consecuencia a nuestros semejantes, rectificando cada vez que nos equivocamos y cumpliendo con nuestro deber en las labores grandes y pequeñas sin hacer distinción.

Las relaciones en un ambiente de confianza conducen a la mejora personal y ajena, pues si en todo momento se obra con rectitud, se aprende a vivir como hombre de bien.

¿Qué busca un juez sino la verdad para la aplicación del derecho?

Asimismo el cliente busca que su abogado le hable con sinceridad.

Lo contrario a la verdad es la mentira, la hipocresía, la jactancia o la simulación.

La indiscreción a la verdad, es decir cuando no se guarda el secreto profesional, provoca el escándalo o la difamación. 
IMPARCIALIDAD: Aplicar la justicia, la rectitud y la equidad en todos las facetas de nuestra vida.
No hacer ninguna distinción de nacionalidad, raza, condición social ni credo político.
La imparcialidad en su más auténtica acepción impone que se prescinda de las distinciones subjetivas.
Aunque la necesidad de “conservar la confianza de todos” es atributo de la neutralidad, ese imperativo se aplica también al principio de la imparcialidad. Sólo una acción imparcial puede proyectar la imagen de uno mismo en la que pueden confiar las personas que necesitan ayuda o protección.
La imparcialidad no significa el no ser parte. La imparcialidad es una especie determinada de motivación, consistente en que la declaración o intención se orienta en el deseo de decir la verdad, de discernir con exactitud, de resolver justamente una situación.

La imparcialidad consiste en poner entre paréntesis todas las consideraciones subjetivas que puedan atarnos la capacidad de obrar adecuadamente.  

“La imparcialidad es la falta de designio anticipado o de prevención a favor o en contra de personas o cosas, de que resulta poderse juzgar o proceder con rectitud”

Lo contrario de la imparcialidad es la corrupción y si ésta se da por dinero se denomina soborno.

Antivalores:

a)      La sed desmedida de ganar dinero
b)      El activismo (a favor de una postura particular)
c)      Las intrigas
d)      Las recomendaciones
e)      La divulgación de secretos
f)        La falta de preparación teórica y práctica
g)      El deseo desmedido de ser reconocido

El día de la jura o promesa los nuevos abogados se comprometen a respetar los valores y la ética de la profesión de abogado. La pregunta es: ¿es suficiente jurar o prometer algo al inicio de la carrera profesional? En mi opinión, no. Como me comentaba un abogado, más efectivo que jurar o prometer (en definitiva, leer) una vez en la vida los valores, es interiorizarlos. Leemos muchas páginas, de las cuales podemos no recordar nada al minuto siguiente. En cambio, sólo interiorizamos aquello con lo que nos comprometemos, aquello en lo que realmente creemos. Cuando creemos en algo no necesitamos papeles, lo llevamos dentro y nos comportamos según nuestra creencia.
Los colegios de abogados tienen un papel fundamental en la enseñanza de los valores profesionales. Además de hablar sobre valores, es imprescindible definirlos claramente y traducirlos en beneficios, desde el punto de vista del cliente y de los propios abogados. Esas definiciones y traducciones en beneficios deberían ser comunicadas a los abogados noveles con un mismo mensaje, para evitar múltiples accepciones de los diferentes valores.
Por ejemplo:
Secreto profesional
Privacidad. El secreto profesional está basado en la confianza máxima. Garantiza al cliente que su consulta es absolutamente confidencial.
Independencia
El buen abogado no se deja influenciar por terceros. Sólo vela por el interés del cliente. Los colegios de abogados velan por la independencia de los abogados.
DeontologíaEl buen abogado actúa en el marco de unas normas éticas, protección añadida, que redunda en calidad, juego limpio. Ética personal y profesional que está controlada y puede ser sancionada por los colegios de abogados, que velan por la buena práctica de la profesión.
Honestidad
El buen abogado dice la verdad. Es realista, objetivo en el asesoramiento. No engaña. El abogado informa con realismo sobre los pros y contras para ayudar al cliente a tomar decisiones inteligentes. No crea falsas expectativas.
Los valores, si creemos en ellos, rigen la actuación. Los valores esenciales de la abogacía constituyen su identidad, lo que la diferencia de otras profesiones. Entenderlos, defenderlos y promoverlos es, hoy más que nunca, una cuestión de todos: una responsabilidad personal y colectiva. “Personal”, de cada abogado; “colectiva”, de las sociedades, consejos y colegios de abogados.
Los colegios deben extremar la independencia de los abogados y el control deontológico, identificando a las “ovejas negras” del colectivo y, si es necesario, apartándolas de la profesión, lo que redundadará en la imagen de los “buenos” abogados, aquellos que con su ejercicio profesional dignifican la profesión.
Como comentaba mi socia, Iolanda Guiu, en otro apartado del blog, los valores de los profesionales son los que definen la actividad. Un buen abogado lo es sin más, independientemente de la estructura jurídica que adopte su despacho. La calidad es intrínseca, no extrínseca.









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